sábado, 11 de julio de 2009

El ruido de mis pasos (3)

El hombre no tiene la exclusividad en lo referente a emitir sonidos para expresar algo. Varias especies en el planeta profieren ruidos con los que se comunican entre sí. Sin embargo, solo los seres humanos realizan una actividad singular: escribir. La escritura constituye una práctica propia, íntima y original del homo sapiens. Entre el lejano individuo que talla en la piedra caracteres definidos y el actual adolescente que graba en un soporte electrónico diversos archivos hay solo diferencias de modalidad no de esencia. Escribir como acto humano parece responder a un impulso idéntico a lo largo de todo los siglos de existencia de la civilización.

Mi primera reacción frente a los trazos iniciales con el lápiz de palotes, rayas y bucles fue de curiosidad. Me fascinaba no solo el contraste del blanco papel y las negras líneas sino el olor peculiar de las hojas, el rozar de la punta afilada de carbón con la áspera superficie y la patente inmovilidad de las formas impregnadas. Cuando las grafías mostraron el poder de capturar el sonido de las palabras y con ellas concitar, convocar, a las cosas, los animales o seres más diversos, mi interés se trocó en sorpresa.

Terminé poseído por esa magia. Aprender esa especial habilidad significó para mí acceder a un círculo de iniciados, de brujos o héroes que podían dibujar en tres dimensiones, construir mundos con profundidad e intensidad. Así, me inicié en la escritura como quien dibuja papeles, cartulinas, sillas, muebles, paredes, etc. El amor y la paciencia de mis padres encausaron esa inclinación hacia la pintura, en lugar de traumarme por “ensuciar” la casa. Como buenos educadores que eran entendían que para mí no significaba manchar cosas sino descubrir, impregnar, conquistar con mi imaginación el mundo, hacerlo mi espacio, mi lugar. Instalado entre lápices de colores, crayolas, acuarelas, plumones, témperas cerré mi primera etapa como escritor. Permanecería ahí hasta que un nuevo acontecimiento despertara otra vez mi curiosidad: la lectura.

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